Padecer dolor crónico supone un importante impacto sobre la calidad del sueño del paciente que lo sufre. Una mayor intensidad de dolor se ha asociado a una mayor prevalencia de trastornos del sueño, siendo esta relación recíproca y que perpetúa un círculo vicioso entre ambos. Teniendo en cuenta que algunos de los fármacos que manejamos habitualmente para el control analgésico, fundamentalmente opioides, pueden modificar la arquitectura del sueño, tanto positiva como negativamente.
Qué sabemos hasta ahora?
En recientes investigaciones, la calidad del sueño se está empezando a considerar como un factor crítico e independiente del resto de comorbilidades asociadas al dolor, siendo de fundamental importancia a la hora de evaluar el enfoque satisfactorio del tratamiento del paciente con dolor crónico. Se estima que entre un 50-70% de los pacientes con dolor moderado-intenso sufren trastornos del sueño asociados a despertares nocturnos por dolor, dificultad para quedarse dormido y sueño no reparador. Estos trastornos del sueño presentan una relación directa y recíproca con la intensidad de dolor que sufre el paciente: el dolor produce mala calidad del sueño y este último a su vez conlleva un incremento en la intensidad de percepción del dolor.
Sin sueño es peor
Pongamos un ejemplo más gráfico a través de un estudio que se realizó en conjunto de médicos y especialistas del Hospital de Niños de Boston y el Centro Médico Beth Israel Deaconess. Para empezar, los investigadores midieron mediante electroencefalografías (EEG) y electromiografías (EMG) los ciclos del sueño de cada ratón estudiado. Luego dividieron en grupos a los roedores, y sometieron a algunos a una privación moderada del sueño, entreteniéndolos con ejercicios y juguetes en los momentos en los que se suponía que iban a empezar a dormir.
El resultado fue inesperado: pasados cinco días, los animales comenzaban a mostrar una mayor sensibilidad al dolor. Además, el uso de analgésicos comunes como el ibuprofeno no mejoraba esta hipersensibilidad sobrevenida, y tampoco lo hacían remedios mucho más potentes como la morfina.
En contraste, tanto la cafeína como el modafinilo, usados para mantener el estado de vigilia, sí bloqueaban esta respuesta exacerbada a los estímulos dolorosos causada por la falta de sueño crónica o aguda. Curiosamente, en los ratones que habían dormido con normalidad, estas dos sustancias no tenían propiedades analgésicas.
Esto abre una posibilidad diferente para el manejo del dolor crónico en base a engañar al cerebro con la sensación de haber dormido, y asumiendo esto podemos asegurar que el paciente que puede reorganizar sus ciclos de sueño vigilia podrá tener una herramienta más para el control del dolor.