“NO HAY SALUD SIN SALUD MENTAL” … SU IMPLICACIÓN EN LA ENFERMEDAD

La interacción entre la salud física y mental es cada vez más reconocida. El papel de la mala salud mental en los problemas de salud física es un tema que merece ser expuesto. 

Al recibir el diagnostico de una enfermedad crónica o avanzada es frecuente experimentar sentimientos de tristeza, miedo, enojo, desesperación, frustración, incertidumbre entre otros.

El afrontamiento de la enfermedad trae implicaciones que deben asumirse, y no siempre resulta sencillo de realizar. Pueden aparecer cambios en estilo de vida potencialmente estresantes como dejar de hacer actividades que se disfrutan, adaptarse a nuevas limitaciones físicas y necesidades especiales, así como cubrir el costo del tratamiento. 

Con el paso del tiempo, estas tensiones acompañadas de sentimientos negativos pueden disminuir la energía emocional necesaria para avanzar en la vida.

La falta de progreso en la recuperación o el empeoramiento de los síntomas pueden desencadenar pensamientos negativos que generen sentimientos de angustia y tristeza.

En este sentido las personas con afecciones a largo plazo tienen dos a tres veces más probabilidades de experimentar problemas de salud mental que la población en general, presentándose depresión y ansiedad con mayor incidencia.

Estos problemas interactúan y acentúan los síntomas físicos del paciente, puesto que se asocian de manera negativa con casi todas las prácticas de autocuidado, por ejemplo, asistencia a citas médicas, dieta, medicación y actividad física, generando una falta de adherencia terapéutica, lo que puede dificultar gravemente los resultados del tratamiento, empeorar la evolución de la enfermedad física y producir mayores complicaciones requiriendo apoyo más intensivo de los servicios.

Es así como la falta de salud mental genera más dificultad para adaptarse a la enfermedad, reduciendo significativamente la calidad de vida percibida y generando falta de motivación y energía necesarias para el afrontamiento de la enfermedad. 

Así mismo, existe evidencia que sugiere que sufrir un problema de salud mental, como trastornos de ansiedad o depresión, aumenta el riesgo de aparición de enfermedades físicas. Un ejemplo es el estrés crónico, el cual tiene un impacto directo en los sistemas cardiovascular, nervioso e inmunológico, dando lugar a una mayor susceptibilidad de padecer una enfermedad.

En así que resulta necesario brindar atención en la salud mental del paciente, de manera que se desarrollen estrategias que permitan afrontar las dificultades que supone una enfermedad, de manera que se fortalezca el tratamiento, contribuyendo así a una adecuada calidad de vida.

Es por ello por lo que la integración de la salud mental en el tratamiento de enfermedades crónicas o avanzadas resulta fundamental para el beneficio del paciente.

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